Berta Cáceres un crimen sin resolver

Berta Cáceres

Bertha Isabel Cáceres Flores.

Líder indígena lenca, feminista y activista del medio ambiente hondureña.

Su crimen sigue quedando impune y el único testigo del hecho teme por su vida. 

 Activistas del mundo exigen esclarecer crimen de Berta Cáceres.

Hoy 14 de abril movimientos sociales del mundo exigen desde Honduras que se dé celeridad a las investigaciones sobre el asesinato de la líder indígena y ambientalista, Berta Cáceres, para así esclarecer el hecho lo más pronto posible.

Actualizado: 26 de septiembre 2019.

He visto este post y al verle de nuevo es increíble pensar que luego de tres años que lo publique reviso y la muerte no ha sido todavía resuelto.

Una mujer luchadora que fue muerta no por un individuo sino por una corporación, el actor intelectual es la persona importante que hay detrás de esta insigne mujer que dedicó su vida a defender a su pueblo, los verdaderos que se definen en el más concreto y puro concepto.

Obviamente pueblo somos todos, pero en el correcto ejecución son esta personas pobres, indígenas que cultivan siembran y viven en estas zonas que deberían ser protegida por políticos estúpidos que solo tienen un discurso.

Su hija Berta Zúñiga Cáceres ha seguido la estela dejada por su madre y no solo lucha por los derechos individuales y colectivos de su pueblo sino que ahora busca la justicia divina por su madre.

Cuando te lo propones pues alcanzar cosas increíblemente imposibles, esta mujer logro derivar dos corporaciones internacionales más grandes en dinero e influencia que el mismo Honduras con debido respeto que merece como país.

Por su labor en su momento recibió el premio Goldman, uno de los más prestigiosos del mundo para ambientalistas.

Su trabajo arduo y constante logró que el gigante chino Sinohydro y el Banco Mundial abandonaran su respaldo a un polémico proyecto hidroeléctrico.

Muerte: sigue sin resolver.
A la 1 de la mañana Berta Cáceres, de 45 años, de la etnia lenca, muere asesinada en su propia casa.

El crimen ocurrió en la ciudad de La Esperanza, a unos 300 kilómetros al oeste de la capital, Tegucigalpa.